El problema es que Molina es imbécil musicalmente, sin más, y tiene un ego de aquí a Sacedón. No me extraña que se te hagan cansinos porque sus conciertos son un altibajo continuo.
2 horas y 10 es la ostia, pero si el 35% del tiempo son jams instrumentales, mala historia, sobre todo lo del bis fue un insulto. 10 minutos haciendo el chorra para solo tocar luego «Más duro que nunca». Para eso, que no salgan.
Una pena lo de Judith (en «El flautista» sí se oía bien el violín porque le cambiaron el cable) porque siempre mola esa parte. Además, recuperan «La danza de las mil tierras» aunque la tocan en modo «perrofláutico» y no como en su forma original.