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La dimensión de Quini es mucho mayor de la que uno pueda imaginar. Lógicamente, sobre todo en Xixón, pero un tío que está 28 días secuestrado y cuando entra a declarar en el juicio (tiempo después, nada de síndrome de Estocolmo), lo único que se le ocurre declarar es que no condenen a sus secuestradores porque no les guarda rencor y que lo hicieron porque era gente necesitada, aunque habían cometido un error; solo puede ser un megacrack como persona. Cuando fue liberado, todos sus compañeros del Barça cuentan que era él quien los animaba, más que a la inversa.
Como jugador, viví su última etapa, que no fue tan gloriosa como la inicial del Sporting. Aquella delantera con Morán, Quini y Enzo Ferrero es de las más grandes de los 70. En el Barça no fue tan titular indiscutible. Cierto que llegó con 30 años e, incluso, fue Pichichi un año como blaugrana, si mal no recuerdo. Lo que sí tengo noción era en su vuelta al Sporting, ya muy veterano, el tío era siempre suplente, pero en los 20 o 25 minutos que salía, no era extraño que la enchufara. Un rematador puro, que por otra parte es lo que se debe exigir a un 9.
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